
Guillermo Cano Isaza
Maestro del periodismo en Colombia.
La Siembra de la Deshonestidad
Durante un largo período, como quien no quiere la cosa, se fue sembrando la semilla de la deshonestidad en los cuatro puntos cardinales de Colombia. Las pequeñas plantaciones de corrupción prosperaron en el terreno abonado de la indiferencia nacional, de una opinión pública adormecida, y de una autoridad complaciente cuando no cómplice.
La Cosecha de la Inmoralidad
Lo que en un principio eran aislados sembradíos de inmoralidad tolerada se transformó en una cosecha abundante de deshonestidad. Cuando algún celoso jardinero de la justicia intentó cortar un tallo vigoroso, fue abruptamente relevado de su cargo, eliminando así cualquier barrera que impidiera la expansión de la mala yerba en el jardín moral de Colombia.

La Danza de la Corrupción
Mientras los cultivadores deshonestos recogían los frutos de su siembra, el jefe supremo de la autoridad nacional se dedicaba a bailar por todo el país, emulando a Terpsícore, mientras sus ministros firmaban contratos que hipotecaban la riqueza nacional. Estos acuerdos, que pasaban desapercibidos a la vista pública, beneficiaban enormemente a terceras personas a costa del tesoro público.
La Impunidad al Desnudo
Para el presidente, nada estaba podrido en Colombia. Y cuando se le demostraba la deshonestidad, en lugar de sancionar a los culpables, exigía la renuncia de quienes detectaban el problema. Las medidas para erradicar la corrupción resultaron ineficaces, permitiendo que la deshonestidad se fortaleciera, hasta que finalmente el cambio llegó y los corruptos comenzaron a enfrentar la justicia.
El Reto de Erradicar la Corrupción
A pesar de los avances, la enredada maraña de la deshonestidad sigue ocultando muchas de sus ramificaciones más profundas. La tarea de desenterrar todas las raíces de la inmoralidad es titánica, pero es un esfuerzo necesario si queremos evitar que esta plaga vuelva a florecer en el futuro.
La Comparación con la Narcoeconomía
Las plantaciones de marihuana, de las que tanto se habla, son insignificantes en comparación con los cultivos de deshonestidad que se sembraron y cosecharon en la administración pública y privada de Colombia. Mientras el gran administrador bailaba, los deshonestos se encargaban de plantar la corrupción por todo el país.
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