Corrupción en la UNGRD: cuando el desastre no es solo natural
La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) debería estar trabajando para proteger a los colombianos de emergencias, pero parece que algunos de sus funcionarios estaban más interesados en lucrarse de ellas. Luis Carlos Barreto Gantiva, exsubdirector para el Conocimiento del Riesgo, y Pedro Andrés Rodríguez Melo, exasesor de la entidad, fueron enviados a la cárcel por estar involucrados en un esquema de corrupción que suena más a una película de atracos que a la gestión de una emergencia.
¿Emergencias? No, lo que gestionaban era el bolsillo
Los cargos imputados por la Fiscalía incluyen interés indebido en la celebración de contratos, peculado por apropiación, falsedad en documentos y concierto para delinquir. En otras palabras, estos “servidores públicos” no estaban muy interesados en servir, sino en embolsillarse millones. Se trata de sobrecostos que alcanzan los $12.065 millones y una promesa de sobornos del 7% en cada contrato adjudicado. ¡Nada mal para un “trabajo humanitario”, ¿verdad?
¿Y quiénes son los cerebros detrás de esta operación?
Luis Carlos Barreto, exsubdirector de la UNGRD, y su cómplice Pedro Andrés Rodríguez, exasesor de la misma entidad, parecen haber gestionado más contratos que cualquier firma de abogados. Rodríguez, apodado el “informante de oro”, entregaba información confidencial sobre contratos a dedo a su contratista preferido, Luis Eduardo López Rosero, alias “El Pastuso”. ¿El resultado? Sobrecostos por más de $14.163 millones. Y claro, no faltaron los sobornos, con $1.000 millones bien repartidos en cuentas de terceros y pagos en efectivo.
Un esquema de corrupción digno de premiar… en la cárcel
¿A dónde iban todos esos recursos? Pues no a las comunidades más vulnerables, sino a las cuentas bancarias de esta red de corrupción. Sobornos, contratos amañados y empresas beneficiadas que no hicieron nada más que robar a los colombianos en su momento más vulnerable. Con $100.000 millones desviados, queda claro que, en lugar de gestionar el riesgo, estos personajes gestionaban el fraude.
El fin de la fiesta: la cárcel
Finalmente, la justicia actuó. Una jueza de Bogotá envió a estos dos personajes a la cárcel. Y aunque los acusados niegan su responsabilidad, los hechos hablan más fuerte. ¿Qué tan cínico se puede ser para robar mientras el país se enfrenta a desastres naturales?