Por Corrupción al Día


La Promesa Rota del «Gobierno del Cambio»


El 7 de agosto de 2022, entre fanfarrias y discursos grandilocuentes, Gustavo Petro advirtió sobre los riesgos de la corrupción en su gobierno. «Ninguna tolerancia«, proclamó ante miles de seguidores que creyeron –con una ingenuidad casi conmovedora– que la nobleza humanística de la izquierda los protegería de la ambición económica y el abuso de poder. Dos años después, el director de Colombia Compra Eficiente, Cristóbal Padilla, hombre de confianza de Petro desde sus épocas de parlamentario, enfrenta denuncias por maltrato físico y psicológico contra su expareja, además de sospechas sobre su estilo de vida incompatible con su salario.

Porque claro, la corrupción entiende de ideologías. Solo necesitaba cambiar de disfraz.

El Sistema Silencioso que nunca cambió

La historia de Cristóbal Padilla no es la historia de un hombre que traicionó sus principios. Es la radiografía perfecta de cómo el poder corrompe sin distinguir el color político de quien lo ostenta. Es el ciclo secreto que se perpetúa bajo nuevas banderas, con los mismos vicios disfrazados de «transformación«.

Padilla, el activista popular del barrio La Sierrita en Barranquilla, ese hombre que logró metas académicas «con singular empeño personal«, hoy viste ropa de marca, vive de fiesta en fiesta y, según las denuncias de su expareja Diana Carrasquilla, mantiene un estilo de vida que incluye supuestas múltiples infidelidades y un comportamiento violento que derivó en agresiones físicas documentadas médicamente. La pregunta que nadie en el gobierno quiere responder es simple: ¿ese cargo da para todo eso?

Pero el problema no es solo el estilo de vida de Padilla. Es que su trayectoria en el «gobierno del cambio» refleja exactamente los mismos patrones que denunciaban cuando estaban en la oposición: el tráfico de influencias, el compadrazgo, el juego a tres bandas donde una es para el presidente, otra para el combo de amigos partidistas y la más importante, para los propios intereses.

Las conexiones del poder: De Monómeros a la Triple A

La carrera de Padilla en el gobierno Petro es un manual de cómo acumular poder sin levantar sospechas. O al menos, sin que a nadie parezca importarle.

Primero fue su nombramiento en la Junta Directiva de Monómeros, la empresa venezolana que operaba en Colombia y que representaba un jugoso botín político en el marco de la «reanudación de relaciones» con el régimen de Maduro. Allí Padilla no solo representaba al gobierno colombiano, sino que tejía redes de influencia que serían fundamentales para su siguiente movimiento.

Luego vino el episodio de la Triple A en Barranquilla, una operación que parece sacada de un manual de corrupción estructural. Daniel Rojas, actual ministro de Educación pero entonces presidente de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), proclama en acto publicitario el cambio de mandato en la próspera empresa de acueducto tras un proceso de extinción de acciones. Inmediatamente –y cuando decimos inmediatamente, es literalmente– Padilla es nombrado en la Junta Directiva de la Triple A.

Pero aquí viene lo mejor: días después, en una serie de «escaramuzas jurídicas» que nunca fueron explicadas satisfactoriamente, Rojas decide entregar el control de la empresa a la Alcaldía de Barranquilla. ¿Casualidad? En Colombia, las casualidades en la gestión pública tienen nombre: se llaman coimas, favores políticos y redes de complicidad.

El negocio de los $40.000 millones: Cuando el software es pretexto

Padilla llegó a Colombia Compra Eficiente con un objetivo claro: cambiar el sistema SECOP, al que calificó como «el hazmerreír» de la entidad y un «Frankenstein tecnológico» que costaba $22.000 millones anuales. Su propuesta: invertir $40.000 millones en un nuevo software que, supuestamente, revolucionaría la contratación pública en Colombia.

La narrativa es perfecta: un sistema obsoleto, costos elevados, falta de transparencia. El clásico discurso de «todo está mal, hay que empezar de cero» que tanto les gusta a los políticos cuando quieren justificar contratos millonarios. El concejal Daniel Briceño, conocido por denunciar irregularidades en el SECOP, alertó que el gobierno busca «acabar» con el sistema actual, sacando a los técnicos que había y convirtiendo a Colombia Compra Eficiente en «la caja de pago de los influenciadores del gobierno«.

Porque claro, el problema de la contratación pública en Colombia es el software. No son los pliegos sastre diseñados para beneficiar a contratistas específicos. No son las coimas que engrasan cada licitación. No es la ausencia total de ética en los funcionarios públicos. Es el software. Cambiémoslo y todo se solucionará.

La ingenuidad –o más bien, la trampa siniestra– consiste en creer que la tecnología puede resolver lo que es fundamentalmente un problema moral. Como si comprando un Ferrari pudiéramos convertirnos en mejores conductores. Como si el marido engañado, para citar la anécdota popular, pudiera solucionar su problema vendiendo la cama donde ocurrieron las traiciones.

El ecosistema SECOP ha costado más de $127.000 millones en la última década, con $25.000 millones solo en 2024. ¿Y la solución es gastar $40.000 millones más? Por supuesto que sí. Porque en Colombia, la corrupción se combate con más gasto público, más contratos, más comisiones.

El maltrato como síntoma: Cuando el poder deshumaniza

El 3 de junio de 2024, Diana Carrasquilla fue agredida físicamente por Padilla en el edificio donde ambos residían en Bogotá. Según su testimonio, él la golpeó con un bolso en el ojo derecho, dejándole heridas documentadas médicamente. Pero lo más revelador no son los golpes –que son graves por sí mismos– sino el patrón de comportamiento que describen: infidelidades constantes, una mudanza calculada al mismo edificio con su nueva pareja («la mujer que me fue infiel«, según Carrasquilla), y un comportamiento descrito como «egocéntrico» donde «ninguna mujer a él lo deja«.

Diana Carrasquilla legra que fue brutalmente golpeada por su pareja Cristobal Padilla

Después de la agresión, llegaron «personas cercanas a Padilla, funcionarios del Gobierno» y luego la Policía, que se llevó a Carrasquilla a una estación en Puente Aranda donde pasó la noche. La Fiscalía archivó la investigación y Padilla se negó a conciliar.

Cristobal Padilla dice que el agredido y maltratado fue él.

Este episodio no es una anécdota personal que deba mantenerse en el ámbito privado. Es la manifestación más cruda de cómo el poder transforma a las personas, de cómo la acumulación de influencia y la impunidad deshumanizan. El Padilla que golpea a su pareja es el mismo que maneja contratos millonarios. El que se niega a conciliar es el que decide qué software usará Colombia para sus compras públicas. El que tiene «funcionarios del Gobierno» acudiendo a protegerlo es el que proclama trabajar por la transparencia.

La Impunidad Institucional: Cuando nadie pregunta

Lo más revelador del caso Padilla no es lo que se sabe, sino lo que nadie pregunta. Corrupción al Día solicitó reiteradamente acceso a información sobre los contratos que maneja. La respuesta de Padilla fue el silencio, «como si los periodistas que manejamos el tema de corrupción fuésemos a solicitarle contratos o arandelas".

En septiembre de 2024, la Procuraduría recomendó revocar un proceso clave de contratación por $1.215 millones para monitorear la seguridad informática del SECOP, señalando «posible vulneración de los principios de planeación y economía«. Padilla acató la recomendación y revocó el proceso. Pero la pregunta sigue sin respuesta: ¿por qué un proceso tan importante se estructuró tan mal? ¿O tal vez se estructuró perfectamente para beneficiar a alguien específico?

La Secretaría de Transparencia de la presidencia, que debería ser el perro guardián contra la corrupción, «existe nominalmente, pero sus pesquisas y resultados son perfectamente inanes«. Porque en el gobierno del cambio, la transparencia es un eslogan, no una práctica.

El Pacto Histórico con la Corrupción

La tragedia del caso Padilla no es individual. Es sistémica. Representa la traición más profunda que puede cometer un movimiento político: convertirse exactamente en lo que prometió combatir.

Petro llegó al poder prometiendo acabar con la corrupción tradicional. Dos años después, sus funcionarios de confianza replican los mismos patrones: acumulación inexplicable de riqueza, tráfico de influencias, maltrato de poder, opacidad en la gestión pública. La única diferencia es el discurso. Donde antes había pragmatismo cínico, ahora hay retórica progresista. Pero el resultado es idéntico: el Estado al servicio de los funcionarios, no los funcionarios al servicio del Estado.

El problema no es que Padilla sea corrupto. El problema es que el sistema que lo produjo sigue intacto. Cambiar de software no cambiará nada si los operadores son los mismos. Gastar $40.000 millones en una plataforma nueva no impedirá las coimas si los ordenadores de gasto siguen siendo los mismos. Proclamar transparencia no la genera si los periodistas que preguntan son ignorados y las denuncias son archivadas.

La Conexión Perdida: Del activismo al arribismo

Hay algo profundamente triste en la transformación de Padilla. El activista popular de La Sierrita, el hombre que luchaba por los de abajo, se convirtió en lo que combatía. Ahora viste de marca, vive de fiesta en fiesta y, según las denuncias, ha desarrollado ese sentido de impunidad que caracteriza a la clase política corrupta: la certeza de que las reglas no aplican para él.

En los «manuales de la izquierda», esto se llama arribismo. En el lenguaje común, se llama traición. A los ideales, a los compañeros, a las comunidades que creyeron en el cambio.

Pero quizás el verdadero problema no es Padilla. Es que creímos que la ideología era una vacuna contra la corrupción. Que proclamarse de izquierda blindaba contra la ambición, el abuso de poder, la deshumanización que produce el control sobre recursos públicos. La realidad es más cruda: la corrupción no entiende de banderas políticas. Solo necesita oportunidad y ausencia de consecuencias.

El Ciclo que nunca se rompe

Mientras escribimos esto, el gobierno avanza con su plan de implementar el nuevo SECOP justo antes de las elecciones de 2026. La plataforma que costará $40.000 millones y que, según prometen, democratizará la contratación pública y acabará con la corrupción.

Porque claro, esta vez sí va a funcionar. Esta vez el software sí va a impedir las coimas. Esta vez los funcionarios sí van a actuar con ética. Esta vez todo será diferente.

Mientras tanto, Padilla sigue en su cargo. Las denuncias están archivadas. Los contratos siguen fluyendo. Y el «gobierno del cambio» sigue replicando exactamente los vicios que prometió erradicar.

La corrupción no se viste de izquierda ni de derecha. Se viste de oportunidad. Y en Colombia, las oportunidades sobran para quien sabe cómo aprovecharlas.


Este artículo forma parte de la metodología «Sistema Silencioso» de Corrupción al Día: exponiendo cómo opera la corrupción sin ser detectada, revelando las conexiones ocultas entre poder, impunidad y traición a los ideales proclamados.

Publicidad ver mapa

1 COMMENT

  1. El supuesto periodismo de calidad es objetivo y con pruebas. No con supuestos y tomando partido.
    La narrativa de esta nota es que el man es un maltratador solo porque la vieja lo dice, en un breve momento donde se muestran las fotos se menosprecia la versión del tipo y se sigue reforzando la narrativa de desprestigio sin pruebas.
    Acumulación de riqueza? Ataque contra el gobierno petro sin pruebas. Quiere saber la información de contratación esa entidad? Escriba en Google: Colombia compra eficiente contratistas https://www.colombiacompra.gov.co/transparencia/funcionarios-y-contratistas
    El SECOP es un software que debe ser COLOMBIANO porque hoy es de una empresa gringa que tiene en SU PODER toda esa base datos y además les tenemos que pagar 22 mil millones de pesos todos los años, así que invertir 40 mil (aunque puede ser mucho menos) no es una mala idea.
    Insisto, el periodismo serio no existe en este país, la derecha la izquierda son la misma mrd le tiran a los otros y no son objetivos sin tomar partido. Supongo que los de este medio no les dieron un contrato porque de eso viven.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.