Mientras la Fiscalía archiva casos masivamente, los reclusos «domiciliarios» andan de fiesta y robando. ¿A quién le conviene este circo?


LA VERDAD QUE NADIE TE CUENTA

Mientras tú te rompes el lomo trabajando, pagando impuestos y respetando las normas, hay un sistema entero diseñado para que los delincuentes campen a sus anchas. No es incompetencia. No es falta de recursos. Es algo mucho peor: es un mecanismo perfectamente aceitado donde la impunidad no es el efecto colateral, sino el objetivo.

La Corporación Excelencia en la Justicia acaba de revelar lo que todos sospechábamos: de cada 10 casos que llegan a la Fiscalía, 9 se quedan empolvados en la fase de indagación. Del millón cuatrocientas mil noticias criminales abiertas, el 81.9% terminan archivadas. ¿La excusa? «No encontramos a la víctima ni al victimario«. Claro, porque para qué buscar, ¿verdad?

Pero espera, que la película se pone mejor: mientras 950.842 casos se pudren en escritorios, los que «sí» están condenados se pasean con brazaletes electrónicos rumbeando en discotecas, robando celulares y, ah sí, fugándose de cárceles de «máxima seguridad» como si fueran hoteles tres estrellas con mal servicio.

EL MECANISMO INVISIBLE: CÓMO OPERA LA CORRUPCIÓN SIN QUE LA VEAS

Este no es un sistema roto. Es un sistema que funciona exactamente como fue diseñado: para proteger a los poderosos y dejar a los ciudadanos indefensos.

La Fiscalía: El gran teatro de la inacción

Con cerca de 30.000 funcionarios, la Fiscalía recibe dos millones de casos al año y apenas puede procesar el 0.05% con justicia premial. Los fiscales tienen entre 600 y 2.000 procesos activos cada uno. ¿El resultado? Un sistema donde la investigación no existe, solo el archivo masivo.

El vicefiscal Gilberto Guerrero tiene el descaro de decir que «se politiza la justicia» y que hay denuncias que «no encajan en lo penal«. Traducción: están saturados de casos porque todo el mundo denuncia, pero no pueden o no quieren investigar nada. Entonces archivan. Simple. Eficaz. Corrupto.

Pero aquí viene lo interesante: según el exfiscal Mario Iguarán, «no existe un sistema efectivo de priorización basado en impacto social«. ¿Sabes qué significa eso? Que un hurto de celular recibe el mismo tratamiento (o falta de él) que un desplazamiento forzado o un homicidio. Todos al mismo saco negro del archivo.

El Sistema Penitenciario: Donde la seguridad es opcional

Pasemos ahora al circo penitenciario. La cárcel de Cómbita, vendida como «máxima seguridad» con siete anillos de protección, diseño copiado de una cárcel federal de Florida y sensores que disparan alarmas ante cualquier movimiento. Bonito sobre el papel.

La realidad: en menos de dos años, dos fugas del mismo pabellón. Nelson Ocampo, alias ‘El Diablo’, condenado a 33 años por asesinar a una patrullera, se voló por una ventana del tercer piso. Su compañero de escape, Deimer Sánchez, alias ‘Meme’, ya tenía experiencia: en 2023 se había fugado de La Picota metiéndose por un ducto «del tamaño de un extractor de aire«.

Nelson Ocampo Morales, condenado a 30 años por el asesinato de una patrullera, se fugó esta madrugada de la Cárcel de Máxima Seguridad de Cómbita. Foto: Inpec / Archivo. 

¿Consecuencias para los 26 dragoneantes que estaban de turno cuando se fugó Bryan Marín en enero de 2023? «Indagación preliminar«. Código para: absolutamente nada.

Los Brazaletes Electrónicos: El chiste más caro del país

Y llegamos a la joya de la corona: los brazaletes electrónicos del Inpec. En menos de 48 horas capturaron a dos condenados «domiciliarios» en Bogotá. Uno robando celulares, la otra de fiesta en una discoteca de Suba.

Una de las condenadas, estaba en una discoteca; y el otro, robando. Tenía permiso para trabajar. 

Anna Marya Chaves, condenada a 8 años y medio por tentativa de homicidio, tiene 19 informes por salidas sin autorización y 7 visitas donde no la encontraron en su domicilio. Julián Saldarriaga, con 4 condenas encima, tiene 6 informes por salidas no autorizadas. ¿Acción del juez? Ninguna.

Julián Alberto Saldarriaga Ángel fue recapturado mientras robaba. Foto:Archivo particular

El Inpec dice que «realiza las visitas periódicamente» y que «se les da prioridad a internos más relevantes, como capos domiciliarios«. O sea, si eres ladrón de poca monta, puedes hacer lo que te dé la gana. Total, el juez no lee los informes.

LOS ACTORES Y SUS ROLES: QUIÉN SE BENEFICIA DE ESTE DESASTRE

Los Fiscales: Sobrecargados o cómodos

¿Realmente están saturados o simplemente prefieren la tranquilidad del archivo masivo? Cuando tienes 2,000 casos y sabes que nadie te va a auditar, es más fácil archivar que investigar. El penalista Mauricio Pava lo dice sin filtros: «Algunos fiscales, sabiendo que habrá absolución o que la conducta no es dolosa, apuestan a que un juez vea crimen donde no lo hay«.

Es más: de 53.906 sentencias de primera instancia, las segundas más comunes después de las condenas negociadas son las absoluciones, con 15.465. La «mala instrucción» se vuelve norma. Acusan sin pruebas, archivan sin investigar, y el ciclo continúa.

Los Jueces: Los invisibles del sistema

Los jueces de ejecución de penas reciben informes del Inpec sobre violaciones de prisión domiciliaria y… no hacen nada. Anna Marya con 19 salidas irregulares. Julián Saldarriaga requerido por incumplimiento en abril, agosto y septiembre. ¿Decisión judicial? Se espera.

El sistema está diseñado para que nadie tome decisiones, nadie asuma responsabilidades, y nadie vaya preso. Excepto, claro, los que no tienen conexiones ni dinero.

El Inpec: Entre la negligencia y la complicidad

Cuando un preso se fuga de una cárcel de máxima seguridad por tercera vez en dos años del mismo pabellón, hay dos opciones: incompetencia criminal o complicidad. Y honestamente, ¿cuál te parece más probable?

Los brazaletes electrónicos son una burla. El Inpec admite que «se les da prioridad a capos«, dejando a delincuentes comunes hacer lo que quieran. Los dragoneantes que debían vigilar cuando se fugó ‘Firma’ en 2023: indagación preliminar. Los que estaban cuando se fugó ‘El Diablo‘: probablemente lo mismo.

Los Ciudadanos: Las víctimas olvidadas

Siete de cada diez personas que fueron víctimas de hurto o extorsión decidieron no denunciar. ¿Por qué? Porque saben que es inútil. Saben que su caso será el número 784.291 archivado por «imposibilidad de encontrar a la víctima«, cuando ellos mismos pusieron la denuncia.

EL IMPACTO REAL: LO QUE TE ESTÁN ROBANDO

Esto no es abstracto. No son «números del sistema«. Es tu vida.

Cada caso archivado es un ladrón que seguirá robando. Cada preso fugado es un asesino que seguirá matando. Cada condenado «domiciliario» de fiesta es una burla a la víctima que quedó en silla de ruedas o en un ataúd.

Paula Cristina Ortega, la patrullera de 27 años asesinada por Nelson Ocampo, no pudo ver a su asesino en la cárcel ni siquiera dos años antes de que se fugara. Ocampo, con el cinismo de quien sabe que el sistema es una farsa, declaró en audiencia: «No iba a ajusticiarla a ella específicamente, iba por el que me encontrara de primero«. Y ahora está libre. Herido, tal vez, pero libre.

Las víctimas de ‘Meme‘, el que causó la masacre de El Tarra con 10 muertos, tampoco pueden descansar sabiendo que intentó fugarse de la misma cárcel.

Mientras tanto, tú pagas impuestos para financiar este teatro. Para pagar fiscales que archivan, jueces que no deciden, guardias que miran para otro lado y brazaletes electrónicos que son tan efectivos como una tira cómica.

EL SISTEMA QUE LO PERMITE: LA ARQUITECTURA DE LA IMPUNIDAD

Esto no sucede por casualidad. Es el resultado de décadas de diseño corrupto donde cada eslabón de la cadena tiene incentivos para fallar.

La Politización de la Justicia

El vicefiscal admite que «se instrumentaliza el aparato judicial para fines políticos y electorales«. ¿Y qué hacen al respecto? Nada. Porque los mismos que deberían limpiar el sistema son parte del problema.

La falta de tecnología (¿O de voluntad?)

Iguarán señala que «los sistemas de información no se comunican adecuadamente, la información no está actualizada«. En 2025, con inteligencia artificial, blockchain y tecnología de punta, el sistema judicial colombiano opera con bases de datos que no se hablan entre sí. No es falta de tecnología. Es falta de voluntad.

Las Reformas Cosméticas

La fiscal Luz Adriana Camargo llegó prometiendo cambios. Impulsó una reforma de justicia premial. Resultado: 466 casos procesados bajo esa modalidad en 2024. El 0.05% del total. Mientras tanto, el 93.2% de los casos sigue estancado en indagación.

¿Sabes qué se necesita para reducir ese 93%? Voluntad política. Auditorías reales. Consecuencias para fiscales que archivan sin investigar. Cárcel para guardias cómplices de fugas. Revocación inmediata de prisión domiciliaria tras el primer incumplimiento.

Pero nada de eso va a pasar. Porque el sistema está diseñado para NO funcionar.

LA CONEXIÓN PERDIDA: CUANDO LA JUSTICIA PIERDE SENTIDO

¿Recuerdas cuando creíamos en la justicia? ¿Cuando pensábamos que denunciar servía de algo? ¿Cuando confiábamos en que los malos iban a la cárcel y se quedaban ahí?

Ese país ya no existe. O tal vez nunca existió.

Lo que tenemos ahora es un pacto implícito de mediocridad y corrupción: fiscales que simulan investigar, jueces que simulan juzgar, guardias que simulan custodiar, y ciudadanos que simulan tener derechos.

La verdad duele, pero es liberadora: vivimos en un país donde 9 de cada 10 delitos quedan impunes no por falta de recursos, sino por un diseño sistémico que prioriza la impunidad sobre la justicia.

Y lo más escalofriante es que ya nos acostumbramos. Vemos la noticia del preso que se fugó, hacemos un chiste, y seguimos con nuestras vidas. Leemos que dos condenados andan de fiesta con brazaletes electrónicos, nos indignamos dos minutos, y archivamos mentalmente la noticia junto con los 1.4 millones de casos que archivó la Fiscalía.

¿ES POSIBLE UN CAMBIO?

La pregunta no es si el sistema puede cambiar. La pregunta es si queremos que cambie.

Porque para cambiar este monstruo corrupto se necesita más que reformas legales. Se necesita una limpieza profunda que comience con:

  1. Eliminación del aforamiento completo para todos los funcionarios judiciales y penitenciarios involucrados en casos de corrupción o negligencia.
  2. Auditorías independientes obligatorias con publicación de resultados y consecuencias inmediatas: desde destitución hasta cárcel.
  3. Revocación automática de beneficios tras el primer incumplimiento. No 19 oportunidades, no 6 reportes ignorados. Una y fuera.
  4. Responsabilidad patrimonial para fiscales que archiven casos sin investigar y jueces que ignoren informes de incumplimiento.
  5. Tecnología blockchain para rastrear cada caso, cada decisión, cada archivo, cada informe del Inpec. Transparencia total e inmutable.
  6. Fiscalías especializadas en corrupción judicial con autonomía absoluta y presupuesto blindado.

Pero seamos honestos: nada de esto va a suceder. Porque los mismos que deberían implementar estos cambios son los beneficiarios del sistema actual.

LA VERDAD SIN FILTROS

Colombia tiene un sistema penal y penitenciario en colapso no por accidente, sino por diseño. Un diseño donde la corrupción no es la excepción sino la norma. Donde la impunidad no es un defecto sino una característica.

Mientras 93.2% de los casos se pudren en escritorios, mientras los presos se fugan de cárceles de «máxima seguridad», mientras los condenados andan de fiesta con brazaletes electrónicos que nadie supervisa, los ciudadanos quedamos desprotegidos y convertidos en cómplices silenciosos de nuestra propia indefensión.

La pregunta final no es qué va a hacer el sistema para arreglarse. La pregunta es: ¿hasta cuándo vamos a seguir financiando este circo con nuestros impuestos y nuestra indiferencia?

Porque como dice el documento sobre corrupción estructural que alimenta este análisis: «Una sociedad que aplaude al corrupto merece sus cadenas». Y nosotros no solo aplaudimos, hemos normalizado el fracaso hasta convertirlo en nuestra identidad nacional.

La justicia en Colombia no está ciega. Está comprada, vendida y repartida entre quienes tienen el poder para mantener este sistema de impunidad perpetua.

¿Todavía crees en la justicia? Entonces eres parte del problema. O parte de la solución. Tú decides.


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