
En mi época de estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad del Atlántico, logré en unión con mis amigos, de mocedades juveniles, Moisés Vartikosky (abogado), Jairo García (abogado) y Gilberto Marenco (periodista), traer a Barranquilla al Expresidente de la República Alfonso López Michelsen para que nos hablara, en un Teatro de Bellas Artes repleto, sobre su propuesta de una PEQUEÑA CONSTITUYENTE. Eran los años 70s del siglo pasado. Hoy están proponiendo otra Constituyente alrededor de una finca de Córdoba.
Recuerdo la anécdota universitaria porque para entonces, aquí en Barranquilla, en una casona ubicada frente a «La CHeca», hoy la mole del Banco de la República, y el lugar evocado, un Templo Religioso, escuché también al ex-presidente de Colombia, Carlos Lleras Restrepo, a la sazón director del ex-glorioso partido liberal, advertir que SI EL CLIENTELISMO SE TOMABA LA POLÍTICA COLOMBIANA SUCUMBIRÍA LA DEMOCRACIA.
Lleras era visionario, pero no de los amigos de Mockus, advirtió también que si no había REFORMA AGRARIA, el campo colombiano seguiría sembrando violencia. Hoy el futuro inmediato de la vida política nacional está cosechando polémicas en un extenso latifundio y seguimos lamentando «homicidios colectivos» en las veredas lejanas del Estado capital.
Recuerdos que me obligan a decir que tanto Lleras como López tuvieron razón: La democracia se clientelizó y por la administración de justicia se clama por una pequeña constituyente para que haya diferencias reales entre lo poderes públicos. Me explico.
El llamado Estado de Derecho nace, en el siglo XVIII, para desarrollar una división en los poderes públicos y así debilitar la Monarquía y darle vía a la Democracia Representativa. Irrumpe para silenciar la voz de Luis XIV: «L’État c’est moi!”, El Estado soy yo.
Esta fórmula de gobierno, el democrático en un Estado de Derecho burgués, significa la existencia independiente de los tres poderes, Legislativo, Judicial y Ejecutivo.
De ahí la concepción de la democracia moderna como ejercicio del control, tanto ciudadano como el de las propias instituciones. Democracia es control, como en el amor paterno del que habla la célebre canción de Rubén Balde, Amor y Control, «…la responsabilidad del padre no termina jamás!».
Toda la anterior dubitación porque impávidos observamos cómo, sin querer queriendo, nuestro flamante Estado Social de Derecho, nacido de una constituyente multi-partidista, se ha venido convirtiendo en un Estado «Monárquico», en razón a que El Señor Presidente de la República ha cooptado o agenciado la dirección de los principales Órganos de Control Estatal.
En este histórico momento de la vida nacional, en que un ex-presidente de la república es recluso en su propia y ubérrima finca, y que para la dirección tanto de la Fiscalía General de la Nación, la Procuraduría General de la República, como de la Contraloría General de la Nación y la Defensoría del Pueblo, el Congreso Nacional haya elegido, por aplastantes mayorías parlamentarias, a los candidatos postulados por el Presidente de la República, habla muy «bien» de la democracia feudal imperante.
Es decir, una democracia de patrón. SIN CONTROL. Y esto es un retroceso en nuestra concepción de un Estado Democrático Constitucional hacia la real consolidación del Estado Social de Derecho que diseñó, desde su primer artículo, la Constitución Política del 91.
Esta Constitución creó la Defensoría del Pueblo para garantizar los derechos humanos, personales y colectivos; le concedió poder de acusación en el campo penal a la Fiscalía para que trabajara de la mano de las víctimas de los delitos. Y le dio poderes éticos tanto a la Procuraduría como a la Contraloría para investigar y sancionar la corrupción en el manejo de los dineros públicos.
Pero ahora, por obra mágica del clientelismo político, manifestado en las chequeras, más no ideas, de la mermelada transparentada, el Presidente de Colombia es el «Jefe» político tanto del Fiscal, el Defensor, el Contralor y de la recién elegida Procuradora, la recién exministra de Justicia. Y uno bobaliconamente se pregunta: » ¿Y PODER PARA QUÉ?
Al parecer, el Presidente o el Príncipe Iván, quien ha venido ascendiendo de «Duque» a Rey, no le ha dado contratos a los parlamentarios, «las dietas o auxilios parlamentarios», pero los ha complacido entregándole las instituciones constitucionales de control social, penal, disciplinario y fiscal.
Y lo que se censura o se critica, no sólo desde los sectores políticos de la oposición, sino desde los medios de comunicación, con editoriales, columnas e informes periodísticos, es que las cabezas visibles de tales órganos de control sean personajes afines, íntimos o subalternos del Presidente de la República, lo que hace presumir, en la simple lógica del sentido común, es que frente desafueros en la gestión gubernativa no habría ni AUTÓNOMIA ni INDEPENDENCIA por parte de estas IAS.
En Colombia, otra de las asignaturas pendientes en nuestra educación superior es la de CIENCIAS Y FILOSOFIA POLÍTICA. Y creo no se hace necesario porque «nuestros» líderes provienen, como en una sociedad medieval, de linajes, abolengos, chequeras, narcotráfico y muchos votos comprados. Todos estos factores han carcomido nuestro sistema democrático de gobiernos. Y anulando el control estatal.
Al desaparecer el control que corresponde, por ley y constitución, a órganos tan poderosos burocráticamente como la Procuraduría y la Fiscalía, todos los caminos están abiertos para la corrupción administrativa que es aquella que usa el presupuesto estatal como si fueran herencias recibidas sin inventario.

Vienen tiempos difíciles para un país con profunda desigualdad socio-económica, realidad que ha impedido un mayor desarrollo del Estado Social de Derecho, por lo que se requiere AUTÓNOMIA en quienes deben vigilar y controlar para poder entregar mitigación a los más débiles.
Pero dudo que ese AUTO GOBIERNO personal existan en quienes aceptan en ser postulados en tan importantes empleos por sus jefes o amigos. Quienes han vivido HETERÓNOMAMENTE, es decir dependiendo de «la palanca», no se han formado, políticamente, en la AUTONOMÍA DE PENSAR Y ACTUAR POR ELLOS MISMOS.
No se pueden esperar peras del olmo. Solo que el amiguismo y el clientelismo sigan creciendo. Y otros sigamos creyendo aún, ilusos, en las palabras proféticas y anhelante del Dr. LLERAS RESTREPO o del «Pollo» LÓPEZ MICHELSEN. Eran otros tiempos. No estos de la pandemia, de la corrupción.