Quienes lo conocen señalan su temperamento de hombre astuto, emprendedor y de múltiples relaciones lo que le ha permitido, desde cero –en un país como Colombia en donde el ascenso social se mide por abolengos y fortunas bien y mal habidas–, subir rápidamente en las escalas sociales.
Esto último parece que lo logró este súper contratista del estado en diversas instancias, organizando un poderoso grupo económico ligado a servicios públicos y concesiones.
William Vélez Sierra nació en San Pedro de Antioquía el 5 de mayo de 1942. Sin relaciones con la poderosa élite de Medellín, estudió en el colegio San Carlos logrando posteriormente en 1966 un grado de ingeniero eléctrico en la Pontificia Universidad Bolivariana. Todavía en algunos pueblos de Antioquia recuerdan su paso cuando allá por los años 70 ejercía de vendedor de repuestos eléctricos transportados en un viejo camión azul del año 55. Los lugareños se resisten a creer que aquel agente viajero sea ahora un empresario internacional. “Las vueltas que da la vida”, dicen con aire meditabundo mientras apuran un café frente a la plaza.
Para otros, su golpe de suerte provino de su amistad –íntima– con Álvaro Uribe Vélez, con quien comparte su gusto por los caballos de paso fino, fincas y negocios relacionados con una hacienda cercana al famoso fortín del Ubérrimo. Una amistad, además, que viene de varias coincidencias vitales: miembros de la clase media antioqueña –Uribe vivía con sus padres en el barrio Los Laureles, de Medellín–, formados a su pulso como profesionales, creadores de grandes fortunas empresariales, apellidos comunes (Vélez por un lado y el Sierra materno de William, que también llevaba el padre de Uribe), y por supuesto la amistad de sus progenitores.
Ante sus éxitos constantes en licitaciones públicas durante los gobiernos de Uribe frente a reconocidas y reputadas empresas de ingeniería dijo Vélez Sierra en el 2007: “Soy tan solo un paisa emprendedor. Sueno mucho porque tengo muchos frentes de trabajo pero es más la variedad que la facturación. Ojalá fuera un cacao”.
Cuando Álvaro Uribe Vélez fue gobernador de Antioquia, hecho que impulsó la carrera de William Vélez, al primero le quedaron, según algunos medios, dos grandes amigos. El fallecido en extrañas circunstancias Pedro Juan Moreno y el ex consejero presidencial y senador José Obdulio Gaviria.
Según el portal El Pulso, William Vélez fue uno de los financiadores del referéndum reeleccionista de Uribe Vélez, permitiéndole este hecho –y por supuesto, los nexos ya relacionados- obtener una serie de contratos de alto nivel que le permitieron acrecentar su fortuna.
El 2 de septiembre de 2007 la unidad investigativa del diario El Tiempo informaba que en el mes anterior –agosto– “William Vélez Sierra, un paisa, de 65 años, dueño de un 20 por ciento del consorcio ganador, se anotaba esa noche otro punto en su récord de participación en megacontratos públicos y privados”. Había coronado el contrato de construcción de la malla vial de Cúcuta tasada en $180.000 millones con el grupo San Simón.
Una semana antes, la sonreída fortuna le había señalado como absoluto ganador con sus socios del contrato de construcción del corredor vial Bogotá-Girardot-Cajamarca, tasado en $350 mil millones. Logros, dirán algunos, de la llegada de una camada de contratistas nuevos en el sector de concesiones y obras públicas durante el uribato en donde estuvo durante 8 años el célebre ministro, también paisa, Andrés Uriel Gallego, periodo en donde florecieron este tipo de negociados que en su gran mayoría quedaron truncados por problemas jurídicos, financieros y técnicos. Ya habrá otra oportunidad para evaluar detenidamente las “ejecutorias” de este ex ministro fallecido.
La gran sorpresa en todos estos procesos fue cuando William Vélez Sierra, sin pergaminos en empresas de ingeniería, jugador reciente de contratos, logró que a finales de 2006 uno de sus consorcios ganara la licitación del contrato de ampliación y remodelación del aeropuerto El Dorado de Bogotá, un negocio en el que estaban en puja firmas de ingeniería internacional y nacional bajo un presupuesto de más de $650 millones de dólares de la época.
A guisa conclusiva puede afirmarse que Vélez Sierra es uno de los mega millonarios surgidos dentro de los 8 años del gobierno de Álvaro Uribe Vélez y que en estos dos hechos se encuentran tantos nexos y relaciones mutuas que para algunos analistas y periodistas, se trata de una especie de testaferrato o cesión de gestión de negocios en cuerpo ajeno. Lo cierto es que William Vélez Sierra es un hombre poderoso en Colombia, propietario del Grupo Empresarial Ethus con portafolio de negocios en Panamá, Ecuador, México, Chile, Perú, Honduras y Guatemala, donde recientemente fue acusada una de sus empresas de corrupción.
Un corto repaso por sus múltiples tentáculos, parte del nombrado hecho de ser uno de los socios principales de Odinsa, mega empresa de ingeniería con concesiones en vías y en el aeropuerto El Dorado hasta que fue negociado al grupo Argos. Posee contratos de servicios aseo –incluido el de Barranquilla hasta el pasado año 2020 y el de 15 ciudades más con sus correspondientes rellenos sanitarios- mantenimiento de redes, oleoductos, alumbrado público en Cali, Santa Marta y 9 ciudades intermedias y una larga lista que permiten suponer el carácter agresivo capitalista de este antioqueño que por arte de cubilete pasó de vendedor de repuestos a potentado internacional.
Los que ven la parte de emprendedor de Vélez indican que todo se inició cuando a pulso, con astucia, ganó un millonario contrato para instalar redes eléctricas entre Queretaro y Tamazunchale en México. Una autentica hazaña pues en la licitación pública internacional participaban grandes empresas norteamericanas y locales mexicanas.
Su papel en la reelección de Uribe
La historia de la reelección de Álvaro Uribe Vélez que permite su posterior consolidación con la elección de Juan Manuel Santos, su fallido sucesor y el actual presidente Iván Duque tiene intríngulis curiosos que son conocidos y contados en diversas versiones por periodistas y allegados.
La megalomanía por el poder produjo que Uribe Vélez deseara quedarse por más tiempo en la presidencia de la república. La Constitución no lo permitía así que iniciaron una labor de cabildeo con congresistas encabezados por ministros del despacho. El 15 de abril de 2015, la Sala de Conjueces de la Corte Suprema de Justicia aprobó la ponencia en donde se señalaba a los ex ministros Sabas Pretelt y Diego Palacio responsables de entregar prebendas a la congresista Yidis Medina, condenada por los mismos hechos en 2008 tras aceptar su participación en la empresa criminal en donde también participó el Secretario de la presidencia Alberto Velázquez.
Total, la Sala Penal de la Corte condenó a Pretelt y Palacio a 6 años y 6 meses (80 meses); cada uno; y a cinco años (60 meses) a Velásquez ordenando su captura. La Fiscalía y Procuraduría, de forma simultanea pidieron la condena de los ex ministros al considerar que “con sus actos, los acusados propiciaron la corrupción al interior del Estado al ponerle precio a la función pública y permitir que puestos y notarías se convirtieran en un botín”.
Pero Uribe no estaba conforme y soñaba con un tercer periodo. Empezaron nuevamente movimientos y lobbys entre congresistas y una de las personas encargadas de tal función fue William Vélez según lo explica, con todas las señales del caso, el portal La Ruta, en reportaje escrito por el periodista Carlos Mario Giraldo en noviembre 16 del 2020.
“Era agosto (2009) y Andrés Felipe Arias (detenido ex Ministro de Agricultura) trataba de convencer a la senadora Liliana Rendón de dar su voto positivo para la segunda reelección de Álvaro Uribe. De su charla con Rendón quedaron las fotos de su BlackBerry y un mensaje para el entonces secretario general de la Presidencia…
Bernardo Moreno: Ahí estás feliz, sácale el voto».
Andrés Felipe Arias: “Me va tocar caer a estrategias bajas por Uribe”.
Pero Rendón no quiso ceder y la reelección estaba muerta. Unas semanas después se propuso el nombre de William Vélez Sierra, para que hiciera el último intento.
“Mira William, voy bajando de Ituango y creo que sobre las siete estaré en El Poblado. Nos vemos frente al Interplaza…”, dijo la congresista Rondón. Luces bajas, música a muy bajo volumen. Parejas cenando, novios abrazados, una botella de ron vacía, la congresista, dos acompañantes y el empresario.
“Monita, mirá. El país va en su mejor momento. Todos estamos agradecidos con Uribe, se recuperó la seguridad, los negocios están en el mejor momento y la política ustedes la pueden hacer en cualquier parte del país. Donde quieran y a la hora que quieran. Necesitamos consolidar esto. Otros cuatro años y el país se va de una, se va solitoooo…
Liliana: “William ya es suficiente, el país no quiere más… la gente espera otra persona. Es difícil…”
“Monita, es solo cuatro años, consolidamos el país…
Media hora después, media botella de ron más, una picada sobre la mesa y definitivamente la reelección está muerta”.
No pudo el poder de convencimiento esta vez de William Vélez y de haber coronado la gestión encomendada, con la “Monita” Liliana Rendón y otros congresistas; ahora estuviéramos viviendo un régimen tipo Trujillo en Dominicana, Juan Vicente Gómez en Venezuela o Somoza en Nicaragua. Sin tiempo final conocido.
Un empresario cuestionado por sus nexos con los paramilitares
La revista Semana, cuestionada ahora por su posición ideológica de derecha, le hizo una entrevista al empresario William Vélez Sierra. Importante para la construcción de su perfil pues parece ser una especie de publirreportaje de relaciones públicas ante una serie de cuestionamientos que le formulaban al empresario.
SEMANA: ¿Cómo llega al negocio del aseo?
WILLIAM VÉLEZ SIERRA: Fue por unos amigos que tenían una operación de servicios públicos de aseo y nosotros compramos una participación y comenzamos a crecer. Luego fundamos Interaseo, nuestra empresa operadora, el primer servicio que prestamos fue con el relleno sanitario de Medellín, de ahí en adelante comenzamos a licitar ya con experiencia.
SEMANA: Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero usted lo ha sido…
W.V.S.: Nosotros hemos sido unos contratistas importantes y, hay que decirlo, hemos trabajado con mucha calidad y cumplimiento. Hemos desarrollado más de 10,500 obras a satisfacción en Colombia, contribuido significativamente con el desarrollo de la infraestructura, construido en las zonas rurales más apartadas vías de acceso y torres de energía, y con esto hemos llevado prosperidad; pero, sobre todo, nos hemos comprometido con el desarrollo de nuestros colaboradores, el de las comunidades con las que tenemos contacto y con el medio ambiente.
SEMANA: ¿En algún momento quien tomará las riendas del grupo?
W.V.S.: El Grupo Ethuss tiene una estructura sólida, en donde se ejecutan las políticas de gobierno corporativo, que permiten que un Grupo de esta magnitud, no dependa de las personas, sino de la institucionalidad y órganos de administración establecidos; los cuales serán los encargados de determinar las personas que tomaran las riendas de la organización.
Más allá del perfil de empresario que pinta la entrevista, se encuentra una serie de hechos que permiten identificar cómo labró en realidad su emporio y la índole de sus socios.
Se inicia en medio del ascenso de clases sociales en Medellín durante los años 80, 90 y 2000, ciudad que estuvo en el vértice del huracán internacional por el célebre cartel de narco tráfico de su nombre. Esto permitió que se movilizaran capitales en diversos sentidos –económicos, políticos– irrumpiendo una nueva casta alterna al lado del tradicional empresariado antioqueño que más mal que bien, aceptaron a regañadientes la llegada de los intrusos, entre otras cosas porque podían sacar lucro y ventajas de sus actividades.
La catarata de dinero entraba por todas partes e igualmente se canalizaba a través de diversos mecanismos. Época de expansión fabulosa para el sistema financiero, salto empresarial en la búsqueda de mercados internacionales y consolidación de los locales apalancadas del flujo de nuevos capitales. Es un interesante caso de estudio para universidades y periodismo de investigación y que poco o nada ha sido tocado parcialmente o en su marco integral.
Aparte de la familiaridad de sus padres, Álvaro Uribe Vélez y William Vélez Sierra pertenecen a este sector de relevo de la dirigencia paisa y por ello no es nada extraño que la portentosa fortuna del empresario Vélez Sierra haya alcanzado un salto sustancial durante el uribato (2002-2008), principalmente a través de concesiones con entidades del estado. Podrá parecer casual tal relación; o natural, dada las cercanías descritas, pero en el fondo hay mucho más.
En 2013, la fiscalía le abrió investigación por presuntos vínculos con el paramilitarismo a través de sus empresas de servicios públicos en la costa. Según documentos del 2005 encontrados por la Fiscalía en el computador personal del ex jefe paramilitar Jorge 40, hizo un pacto con los paramilitares para manejar los negocios de la concesión de aseo en Santa Marta, Barranquilla y Soledad.
En realidad, Vélez Sierra llegó a Barranquilla mucho antes de manos de los procesos de administración y control de la empresa de servicios públicos Triple A que decidió salirse de una de sus competencias –el servicio de aseo pues su nombre es Triple acueducto, alcantarillado y aseo– para cederlo a la firma Aseo Técnico constituida mediante escritura pública No 1326 del 26 de abril de 1.994, inscrita en la Cámara de Comercio de Barranquilla, el 27 de junio de 1.994, y el 5 de julio de 1.994. El contrato lo firmaron Joaquín Malabeth, en calidad de gerente de la Triple A número 00079, con el ingeniero eléctrico William Vélez Sierra como representante legal de Aseo Técnico.
En ese momento todavía no existía emporio y Uribe Vélez apenas estaba de candidato a la gobernación de Antioquia. Total, la mentada empresa Aseo Técnico, al momento de ser creada jurídicamente, tenía apenas dos meses y nueve días de constituida.
Sobre el negocio de concesión de aseo en Barranquilla, el portal La Silla Vacía aseguró que fueron confeccionados “a través de la empresa de ingeniería Termotécnica Coindustrial SA, que todavía funciona y tiene sede en Medellín. Después, en 1996, fundó en Magdalena la que es hoy su principal pieza en el rompecabezas del aseo colombiano: Interaseo, una firma que recoge los desechos, administra los rellenos sanitarios y presta el servicio de limpieza de calles. Lo hace en 48 municipios del país…De los contratos en el Caribe, el de Barranquilla es el más grande. Allí esa empresa tiene unos 250 mil suscriptores, por los que recibe cerca de $210 mil millones anuales de Canal Isabel II, compañía española dueña de Triple A y con la que Aseo Técnico (filial de Interaseo) tiene contrato hasta 2018”, prorrogado hasta su finalización en el 2020 bajo la gerencia del actual “renunciado” gerente Peña.
Los nexos de Vélez Sierra con Inassa, Canal Isabel II y Triple A fueron estrechos. Diego García, el “garganta profunda” de la trama internacional operación Blas de Lezo provenía de sus empresas. En el 2011 aparece en Triple A después de su paso por Metroagua en Santa Marta (en ese momento los accionistas de esta empresa eran Inassa y las de Vélez Sierra) aterrizando en la junta directiva de la Triple A. En esta empresa con un pasado ominoso; a pesar de su imagen de pulcra, labrado con esmero de mentiras piadosas a la ciudad, García se convirtió en una de las manos derechas del español Edmundo Rodríguez Sobrino, expresidente de Inassa y uno de los primeros capturados dentro del caso Lezo.
El mismo García fue capturado y negoció su extradición colaborando con la fiscalía en la información sobre la participación de los otros implicados. Llegó a ser gerente de expansión y nuevos negocios de Inassa mientras en forma simultanea se desempeñaba en la Triple A.
En un computador de Edgar Ignacio Fierro Flores, alías Don Antonio, incautado por la fiscalía hay una especie de memorando de entendimiento con Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40. Allí se indicaba que: “Se formalizó una alianza estratégica y sociedad con William Vélez por medio de la cual trabajaremos conjuntamente el tema de residuos sólidos donde quiera que mantenga él mantenga una operación y exista interés”.
En ese momento ya William Vélez poseía empresas –entre ellas Aseo Técnico- dedicadas a la recolección de residuos (basuras). El portal Verdad Abierta hizo referencia a una grabación en la que los jefes paramilitares Salvatore Mancuso,” El Alemán” y” Monoleche” sugieren que William Vélez es testaferro de Álvaro Uribe Vélez. También indican que se reunía con Vicente” El Profe” Castaño, a quien le habría propuesto ser socio de una empresa en Panamá y de contera le regaló una finca de cincuenta hectáreas ubicada en Canalete, Córdoba, para fortalecer el programa paramilitar” Colombia sin hambre”.
Allí precisamente en Calalete es en donde William Vélez, allegados y familiares acumularon tierras adjudicadas en forma inicial como baldíos en un extenso latifundio ubicado en los límites de los departamentos de Córdoba y Antioquia.
Es pertinente señalar en cuanto al caso actual (2020) de Aseo Técnico y Triple A que su “renunciado” (2021) gerente Peña logró que al finalizar el contrato de concesión de basuras no se renovará, tomando la empresa las riendas de la operación del negocio. Nada casual tampoco en una empresa que tiene su 85% de acciones en proceso de extinción de dominio y que es controlada por la SAE y el Ministerio de Hacienda, del gobierno de Iván Duque, militante y discípulo por tutelaje directo de Álvaro Uribe Vélez en la presidencia de la república.
Vélez Sierra se defendió: «Con toda honestidad se lo digo, la política de la empresa, la orden a todo el mundo es no tener trato alguno con grupos ilegales ni pagar extorsiones». Sin embargo, en los computadores incautados por la fiscalía se encuentran rastros de señalamientos y compromisos. «Quizá pudo haber gente infiltrada en las administraciones de esas ciudades o incluso en alguna empresa que tenía esa información», diría a modo de excusa.
Una declaración del paramilitar alias “El Canoso”, exjefe político del bloque resistencia Tayrona de las autodefensas, dice muy claramente que hizo pactos y convenios con políticos para entrar a negocios públicos. En una de sus declaraciones indica que recibió unos cheques de García Arias, hombre de confianza de Vélez, directivo de una de sus empresas y de manos de otro directivo de Metroagua, la empresa que prestaba este servicio en Santa Marta.
Uno de esos memos es del año 2005. Allí dice: “El nuevo gerente de la Triple A de Barranquilla que se posesionó del cargo a finales del año pasado era el antiguo gerente general de todas las empresas de William Vélez en el país y el exterior, y ha sido a través de William Vélez con quien hemos logrado los acercamientos y compromisos con la Triple A para el negocio de Barranquilla”.
En algunos de los contenidos del Bloque Norte de la AUC, coincidían con el momento de renovación del contrato de recolección de basuras en Santa Marta a través de una empresa filial del grupo Ethus, de William Vélez, llamada Empresa de Servicios Públicos de Santa Marta (ESPA), presidida por el alcalde de esa ciudad en ese momento, José Francisco Zuñiga, procesado casualmente después por nexos con el paramilitarismo.
Igual, otros ex jefes del paramilitarismo como Edgar Fierro Flórez, alias ‘Don Antonio’ y José Gelvez Albarracín, alias ‘El Canoso’, indican que Vélez Sierra les pagó comisiones a los paras para que intervinieran en la prórroga de la concesión para la recolección de basuras para la empresa InterAseo en Santa Marta.
En noviembre de 2012 los medios de comunicación reprodujeron una curiosa comunicación entre Fredy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán’; Salvatore Mancuso y Jesús Ignacio Roldán Pérez, alias ‘Monoleche‘. Allí lo jefes paramilitares mencionan la relación entre William Vélez y las AUC. “El Alemán” dice que “William se reunía con ‘El Profe’”, con el objetivo, señala “que ‘El Profe’ le ayudara a cuadrar con el Bloque Central Bolívar y con otros grupos de autodefensa a nivel nacional por donde ellos (una empresa de Vélez Sierra) estaban tirando redes eléctricas, para que le bajaran al impuesto, para que no le cobraran tan duro, y donde ellos estaban haciendo exploraciones petrolíferas”.
No se conoce cuando ocurrió exactamente esta conversación en donde también se mencionan reuniones en Panamá en donde estaban interesados los paramilitares en incursionar en el negocio de combustibles en sociedad con un ciudadano de ese país. Dijo ‘Monoleche’, jefe de seguridad de Vicente Castaño Gil: “Él está metido en Panamá en combustibles y el socio es un panameño”. Los datos los conoció en una reunión entre Vélez Sierra y alias ‘El Profe’ transcurrida en una finca conocida como ‘La 15’, ubicada entre San Pedro de Urabá, Antioquia, y Valencia, Córdoba, donde al parecer le ofreció al exjefe de las Auc la oportunidad de ser socio.
La conversa sigue. “¿Las tierras que regaló William Vélez al ‘Profe’ dónde quedan?”, pregunta un paramilitar. ‘El Alemán’, así como ‘Monoleche’, le responden que en Canaletes. En la parte final hacen directa referencia al empresario antioqueño que parece ser expresado por ‘El Alemán’, dando precisas instrucciones a ‘Monoleche’: “Usted debe decir que William Vélez tiene un negocio en Panamá en sociedad con ‘El Profe’, donde ‘El Profe’ le dio un millón de dólares”.
Del entramado de empresas creadas por William Vélez hay una involucrada en el desastre de HidroItuango. Se trata de su empresa Proyectos S.A. A propósito de los nexos entre estos nuevos empresarios y la tradicional de Medellín, Vélez Sierra fue presidente de Odinsa, una filial de Argos, perteneciente al Grupo Empresarial Antioqueño (GEA). La entrega del aeropuerto El Dorado a esta empresa para ampliación y modernización se hizo en el 2005 en el gobierno de Uribe Vélez mediante una supuesta convocatoria pública en un concurso que después se descubrió que estaba totalmente amañada tras denuncias de periodistas y algunos políticos.
Cada contrato y subcontrato de este aeropuerto se le entregó a firmas amigas y afines a la causa. Opain, la elegida y Odinsa son empresas filiales. Según denuncias de periodistas, William Vélez también se encuentra entre las firmas constructoras del nuevo Metro de Bogotá. Un trino en la red social Twitter de Gustavo Petro lo dice explícitamente: “Bogotá aun ignora que quien le construirá su débil metro elevado es William Vélez. Este es William Vélez, socio en Hidroituango, sobornador de funcionarios en Guatemala y acusado de testaferro por los paramilitares. El contratista preferido de Uribe”. Recientemente el nombre de William Vélez Sierra también apareció en las grabaciones denominadas la “Ñeñe política”.
Pero las curiosidades y nexos de la compleja red de nuevos empresarios en servicios de aseo público forjados durante los ocho años de Uribe muestran otras singulares peculiaridades. Durante la gestión en la alcaldía de Bogotá de Gustavo Petro canceló los onerosos servicios privados de los operadores concesionados. Estos en represalia, escondieron sus equipos suspendiendo el servicio con la consecuencia de pánico ante el colapso general sanitario urbano. Por ello el Procurador Alejandro Ordoñez, produjo la destitución e inhabilidad del alcalde promoviendo una conmoción social y jurídica que termina posteriormente, en todos los sentidos, favoreciendo a Petro en diversos tribunales.
¿Quiénes eran los dueños del aseo privado de Bogotá que habían logrado semejante hazaña de involucrar la alta institucionalidad del estado colombiano en defensa de sus intereses? Aquí vamos con nombres muy conocidos, siendo el primero de ellos William Vélez Sierra, de ATESA, quien recibía mensualmente entre $3700 a $4000 millones de pesos mensuales por su servicio de recolección de basuras en Fontibón y localidades cercanas.
Otro accionista era la empresa Aseo Capital, de propiedad de Alberto Ríos Velilla, actual dueño de EnerPereira y concesionario operador de la “nueva” empresa de energía Air-E, socio de varios grupos económicos emergentes durante el uribato, entre ellos los Nule. Ríos vendería su participación a la familia Patiño Ocampo. Esa empresa Aseo Capital recogía en ese momento en Bogotá entre $3.500 millones y $5.000 millones mensuales. Siguen los accionistas argentinos Lime percibiendo $45.000 millones de mensuales por la recolección del 45% de las basuras de Bogotá y finalmente Ciudad Limpia, de propiedad de los caleños Herrera Barona y Losada Salcedo. Recibían un gran porcentaje mensual e igualmente en sus negocios con el distrito de Bogotá participaban en un portafolio diversificado pues tenían participación en el sistema Transmilenio de la calle 80, Usme Molinos y propietarios de los buses del SITP que transitan en las localidades de Bosa y Engativá.
El caso de los sobornos en Guatemala
El Grupo Ethuss de William Vélez logró un fenomenal crecimiento en toda Colombia y en países como México, Guatemala, Honduras, Panamá, Ecuador, Perú y Chile. El 40% de sus ventas provienen de los negocios del exterior. Nada mal para un emprendedor que años atrás vendía repuestos eléctricos montado en un viejo camión por los pueblos antioqueños. La medula de las inversiones es en el sector de su oficio, la ingeniería pues es responsable de la construcción del 70 por ciento de las líneas de transmisiones de alta tensión en Colombia aunque también se mete en puentes, vías, termoeléctricas, refinerías y otras según informaciones de su departamento de relaciones públicas. Pero en realidad sus grandes negocios son en el sector de los servicios públicos, concretamente en el aseo, donde llaman a Vélez Sierra el “Zar de las Basuras”.
El desembarco de colombianos en Centroamérica, en el caso específico de Honduras, tiene un especial marco contado en el portal El Pulso por el periodista Oscar Estrada el 29 de abril de 2018. Allí dice que:
“Una nueva etapa en las relaciones entre Honduras y Colombia se inició a partir del golpe de Estado de 2009. Algunos analistas lo calificaron como la «colombianización de Honduras», en referencia a la asistencia en que materia de seguridad brindan expertos colombianos que llegan al país a apoyar en el diseño de la estrategia a seguir en la guerra contra las drogas. Se conoce de los «Préstamos Colombia», que es dinero que mafias supuestamente de origen colombiano inyectan en la economía informal a altas tasas de interés. Pero poco se dice de la presencia de fuertes capitales colombianos en puntos estratégicos de la economía nacional, como la recolección de desechos sólidos, el agua y la energía eléctrica. Uno de los empresarios que mejor ha capitalizado el espacio que Honduras ha abierto, es el magnate William Vélez Sierra, conocido en Colombia como el «Zar de la basura», en referencia al control que tiene en el rubro en las principales ciudades de su país”.
En diciembre de 2020 se conoció la noticia que la justicia guatemalteca había expedido cinco ordenes de captura contra ejecutivos de la empresa Edemtec, de propiedad de William Vélez, una contratista ejecutora de un contrato de obras de conexión eléctrica adelantado por la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá EEB. Vélez se había vinculado como contratista de EEB en el 2011 y fiel al estilo que maneja este tipo de empresariado (digno, ya decíamos, de un extenso estudio por parte de universidades y centros de investigación socio jurídica) empezó a incumplir los términos pactados en las condiciones de entrega con la solución del pago de una especie soborno a un ministro guatemalteco para que les resguardará los retrasos.
Un trino de Gustavo Petro el 12 de diciembre de 2020 muestra por donde corren las aguas: “William Vélez es socio con los Chinos en la construcción del metro de Bogotá. Es el zar del aseo y la electricidad en Colombia junto con Alberto Ríos, y ha sido acusado de lavar dineros de los paramilitares. Es el contratista preferido de Uribe”.
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