Adlai Stevenson Samper

Tal como es la impronta de las actuaciones del gobierno de Iván Duque en lo referente a la memoria histórica y la cultura –concebida ingenuamente como un espacio transaccional de actividades generadoras de comercio con el cromático nombre de Economía Naranja- otra vez decidió romper protocolos y espacios simbólicos de una forma arbitraria, usando uno de estos ámbitos –tres en su totalidad- pactados con la extinta guerrilla FARC como perenne recuerdo de esos tiempos y donde se encuentra la obra Fragmentos, de la artista Doris Salcedo, a partir de la fundición de 37 toneladas del arsenal del grupo alzado en armas. Parte esencial del concepto de Fragmentos es que consolida el final de un periodo aciago y sangriento de la historia del país y las baldosas, sobre las que se levanta el monumento, fueron intervenidas por las víctimas del conflicto.

El espacio se encuentra en el centro de Bogotá y fue diseñado por Salcedo como un contramonumento que busca “busca crear diálogos a partir de una nueva plataforma física y conceptual, que propone una reflexión constante sobre los efectos y rupturas del conflicto armado colombiano”. Eso dice en un portafolio el Museo Nacional, entidad encargada de estos centros de exposición.

El gobierno de Iván Duque ha sido constante enemigo de los Acuerdos de Paz de La Habana, inspiradora de estos espacios simbólicos urbanos sobre el conflicto armado, promoviendo todo tipo de cambios de narrativa histórica a partir de nombramientos en centros claves para la conservación de la memoria nacional, tales como el Centro Nacional de Memoria Histórica, un establecimiento público del orden nacional, adscrito al Departamento para la Prosperidad Social (DPS), el Archivo General de la Nación y dependencias similares. Los medios de comunicación, partidos políticos, académicos e intelectuales han criticado ampliamente los nombramientos en tales instituciones de escuderos de Duque –asunto normal burocrático- pero con la misión de cambiar, trastocar, invertir los sucesos históricos con el objetivo de distorsionar causas y consecuencias del conflicto armado. Aunque es cierto que el espacio simbólico se creó como una especie de lugar de diálogos y encuentros en torno a estos temas de paz-violencia y concertación, también tenía unos protocolos sobre su uso que fueron vulnerados flagrantemente por el presidente Duque en una reunión sostenida el 9 de mayo con líderes religiosos.

Hasta ahí parecía un asunto normal en torno al discurrir del uso institucional del espacio concebido para el dialogo, la memoria y la reflexión en torno a conflictos. Ese detalle de usar el espacio como una especie de centro de eventos no le pareció respetuoso a Salcedo y al otro artista expositor extranjero quienes consideraron que no se respetaron las convenciones pactadas, que no se consultó al comité asesor y se vulneraron varios derechos, entre ellos el de autor, al introducir Duque en el espacio, su particular visión del país en medio del trafago del malestar general social producido por el paro nacional. Una obra en exposición itinerante sobre el mismo tema creada por el artista Francis Alÿs, de Irak, las cuales provocan una intensa reflexión sobre los terribles avatares de la guerra, con sus muertos, heridos, sangre y dolientes con su resiliencia, fueron cubiertas “piadosamente” por unas telas blancas para invisibilizarlas en las fotografías del diálogo presidencial.

Doris Salcedo fue enfática al señalar que ese espacio fue utilizado de manera abusiva por parte del Gobierno, vulnerando reglas de curaduría, conservación y derechos de autor, pues la narrativa propuesta por el interviniente Duque y sus invitados le quitaba en absoluto todo el peso conceptual simbólico a su obra Fragmentos. El proceso de “malestar” –en el sentido filosófico- lo define la artista como “un hecho no consentido ocurrió en medio de un terrible malestar civil que ha dejado más de 30 ciudadanos muertos, decenas de desaparecidos, cientos de heridos y casos de abuso sexual”.

Pero los abusos no paran allí. Allí en ese mismo espacio simbólico de Fragementos se encontraba expuesta Salam Tristesse: Irak 2016-2020, una obra del artista belga desarrollado enteramente por el artista Francis Alÿs y que “explora el colapso social, la ausencia de sentido y el drama ocasionados por la guerra, al tiempo que, con suma lucidez sobre su propia labor, cuestiona el rol y las prerrogativas del artista que la documenta”, según la respectiva sinopsis del folleto que hizo el Museo Nacional: “Salam Tristesse, Irak, 2016-2020 presenta una muestra del trabajo que Francis Alÿs desarrolló entre los años 2016 y 2020 como artista de guerra en Irak. En esta exhibición, Alÿs explora el colapso social, la ausencia de sentido y el drama ocasionados por la guerra, al tiempo que, con suma lucidez sobre su propia labor, cuestiona el rol y las prerrogativas del artista que la documenta”. 

El conjunto del espacio Fragmentos de Doris Salcedo y la obra de Alÿs va en perfecta contravía con la actual crisis social, económica, sanitaria y política por la que atraviesa Colombia. Además, era necesario pedirles permiso a los expositores para no alterar ni la obra en su forma, ni en sus aspectos simbólicos. Una auténtica provocación del gobierno de Iván Duque habida cuenta de la gran variedad de espacios para eventos del carácter de reuniones de cualquier indoles, así sean con obispos o el Santo Padre de Roma y el gobierno colombiano.

Lo sucedido fue una autentica agresión al espacio, a su perspectiva simbolica y a los contenidos formales de la misma pues “camuflaron” tras sabanas y maquillajes la obra Shalam Tristesse produciendo que su creador pidiera, de inmediato, su desmonte por la grosera manipulación para la citada reunión. Ni Salcedo ni Arlÿs fueron consultados para efectos de la intervención sobre su obra en una clara violación –ya decimos que se trata de un espacio simbólico- de la ley de derechos de autor pues le produjeron modificaciones y alteraciones.

El curador mexicano Cuauhtémoc Medina indicó; en un lapidario trino, la situación presentada: “EL MUSEO OCUPADO: En violación de las normas de conservación, Iván Duque ocupa para una reunión político-religiosa una sala de Fragmentos del @museonacionalco con las obras de @francisalys colgadas en los muros cubiertas de blanco. Así es que los gobernantes vampirizan la cultura”.

En una entrevista con el periódico mexicano El Universal, Doris Salcedo manifestó con evidente indignación que «Francis Alÿs, con toda generosidad, nos entregó su obra y tiene toda la razón en pedir que se desmonte, dado que elMinisterio de Culturano puede garantizar ni el respeto, ni la dignidad ni el cuidado de la obra. Simplemente tenemos que atender el llamado del artista. Con toda humildad lo atendemos y nos disculpamos públicamente».

Es preciso señalar que el Ministerio de Cultura –uno de los ejes de la llamada Ecnomia Naranja del periodo gubernativo de Iván Duque, se ha manejado de una forma descuidada e irrespetuosa con el gremio de los artistas y la cultura. Sus dos ministros, Carmen Elena Vásquez, recién nombrada embajadora y el actual Felipe Buitrago, carecen de las credenciales y experiencia en el sector cultural pues provienen de actividades con nula relación con el verdadero quehacer cultural.

La revista norteamericana de arte Hyperallergic fue mucho más allá en las acervas críticas a la usurpación del gobierno del espacio simbolico Fragmentos, considerando que ha “sido considerada como la última instancia de «lavado de arte» por parte del Ministerio de Cultura del país. El 5 de mayo, el Museo Nacional de Colombia, a cargo del Ministerio, hizo un llamado a los museos del país para que sirvan como sitios de «transformación social basada en el diálogo». La declaración rechazó los «actos de violencia» en todo el país, pero no mencionó el papel de las fuerzas del orden público respaldadas por el estado. En su Instagram personal, el ministro de Cultura de Colombia, Felipe Buitrago, publicó una foto de un oficial de policía que presuntamente ayudaba a un manifestante junto con el hashtag #NosEstánCuidando (“nos están cuidando”), un giro progubernamental a la tendencia mucho más oscura del eslogan entre manifestantes: #NosEstánMatando.

Para el sector cultural, el Ministerio del ramo está facilitando su infraestructura para actos de propaganda, tal como dice la revista Hyperallergic, “para cumplir su parte en una agenda fascista”.

Publicidad ver mapa

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.