“Bomberman” en Buenaventura: una historia de lujo, cinismo y desfalco
La corrupción en Colombia no es un delito: es una carrera con excelentes beneficios, y Eliécer Arboleda Torres, exalcalde de Buenaventura, parece haberse graduado con honores. Mientras la ciudad sufría incendios, Arboleda y sus compinches saqueaban los recursos destinados a los bomberos para financiar un estilo de vida digno de un jeque: apartamentos de lujo, camionetas Toyota Prado, fiestas privadas y materiales de construcción que, curiosamente, no terminaron en estaciones de bomberos sino en propiedades privadas.

¿A quién le importa apagar incendios si se puede comprar un apartamento?
La operación ‘Bomberman’, liderada por la Fiscalía y la Dijín, expuso una trama clásica del «desgobierno de lo público»: el poder como instrumento de saqueo. Se identificaron 18 bienes adquiridos con fondos públicos, entre ellos apartamentos en el lujoso edificio Pacific Trade Center de Buenaventura y propiedades en Cali, Buga, Armenia y hasta una moto Yamaha. ¿La fuente de financiación? Más de $2.800 millones que debían fortalecer la Unidad de Bomberos.
¿El colmo? Hasta la esposa del exalcalde, Hilda Nery Riascos, aparece beneficiada con una camioneta de alta gama comprada con esos recursos. Todo esto mientras los bomberos recibían “transferencias” sin contratos legales, con facturas de dudosa procedencia, para luego terminar comprando licor y financiando fiestas.

Un sistema perfecto para saquear sin consecuencias
Este caso no es una “manzana podrida”: es el reflejo de una maquinaria perfectamente aceitada donde la ilegalidad es la regla. Arboleda, su contador Hernán Hinestroza Asprilla y el jefe de presupuesto José Edilberto Betancourt, actuaron bajo la lógica descrita en La Cara Oculta del Poder: no para servir, sino para acumular. ¿Sorprende? No. ¿Indigna? Absolutamente.
Según la Contraloría, se encontraron 38 irregularidades. No una, no dos, ¡treinta y ocho! Pero en Colombia, donde la impunidad es política de Estado y la Secretaría de Transparencia es poco más que un logo institucional, esto apenas hace ruido. La gente ya está anestesiada: una noticia más para ignorar, otra cicatriz en la piel de un país acostumbrado a ser saqueado.

Cuando el fuego no viene de los incendios, sino del cinismo
Los fondos que debieron mejorar la capacidad de respuesta de los bomberos fueron usados para financiar lujos. Que el exalcalde y sus funcionarios estén siendo investigados es apenas una tímida señal de justicia. Lo cierto es que la estructura sigue funcionando: la corrupción no se improvisa, se planea. Es un sistema, no una excepción.
Mientras tanto, en Buenaventura, los bomberos seguirán arriesgando su vida con equipos obsoletos. Porque el verdadero incendio que arrasa esta ciudad no se apaga con agua, sino con una ciudadanía despierta y una justicia que todavía se niega a actuar con firmeza.



